Íntimo. Más cercano. En un Multiusos reducido para adaptarse a la gira de “Los días intactos”, Manolo García volvió a encandilar a los más de 2.000 incondicionales —prácticamente lleno— en el único espectáculo de las Fiestas que hubo que pasar por taquilla.
El artista catalán conquistó desde el inicio. Los motivos marineros recordaron su origen costero acompañado de palmeras y un mar de redes. La eterna voz de “El último de la fila” sigue teniendo tirón y precisamente hizo un guiño a sus incondicionales para abrir el concierto con “Navaja de papel”, canción que grabó en 1980 con su primer grupo, “Los Rapidos”.
Sentado en un taburete, de camisa negra y vaqueros y con el suave desliz de un foco, el cantante se despojó de los instrumentos para saludar: “Hay ciudades en las que gusta caminar. Salamanca es una de ellas: es un placer caminar y vivir un pasado, un presente y un futuro”.
Los primeros himnos ya despertaron a los más valientes de sus asientos, quizás poco acostumbrados a vivir conciertos del catalán clavados en un asiento. Por eso primero las cinco primeras filas y al poco tiempo todo los espectadores de pista habían abandonado sus sillas y bailaban de pie.
Ya había sonado entonces un clásico de El Último, “Aviones plateados”, y también hubo tiempo para repasar su último disco y su single “Un giro teatral”.
Un estilo propio e inconfundible que se notó a lo largo de las distintas etapas por las que pasó el artista catalán en el escenario salmantino. Instantes flamencos y las palmas tocando con “Pájaros de barro” o del inicio de su aventura en solitario con “Nunca el tiempo es perdido”. Sólo han pasado tres años desde su última actuación en el Multiusos, pero a los incondicionales les parecieron siglos. Tan cerca, tan íntimo. Tan diferente pero el mismo “San Fernando” de siempre.