martes, 9 de junio de 2020

Cuéntame Una Canción: Insurrección (Muzikalia)

El imaginario popular quiere pensar que los creadores en general, y los músicos en concreto, viven en un mundo propio, diferente del que ocupamos el resto de los seres humanos. Que tienen una relación especial con las Musas y que, a menudo, para componer sus obras se alejan del estrés urbano y se retiran a entornos naturales, donde reina la calma y cantan los pájaros. Ya saben, “en esta apartada orilla, y tal y cual”.

Bueno, pues es posible que sea así en algunos casos, pero, en la mayoría, la realidad es bastante más prosaica y el mejor ejemplo lo tenemos en esta canción, “Insurrección”. Así es; el himno que a lo largo de más de tres décadas ha enardecido las ansias de rebeldía de tantos de nosotros fue compuesto a toda prisa en un momentáneo flash de inspiración (la música) y en la apartada intimidad de un WC (la letra). Quién lo iba a decir.

Corría el año 1986, la movida estaba en su momento álgido y el dúo catalán El Último de la Fila (Quimi Portet a la guitarra y Manolo García en las voces), preparaba a toda prisa su segundo álbum, Enemigos de lo Ajeno. El anterior, Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana (1985), había supuesto una pequeña revolución innovadora en el panorama musical español, al fusionar el rock con los sonidos flamencos e introducir unas letras que alternaban la denuncia social con la lírica surrealista. Las críticas habían sido excelentes y ya se sabe lo que pasa cuando intentamos ponernos a la altura de las expectativas ajenas, que la presión se dispara y la creatividad se bloquea. O, todo lo contrario.

Algunos creadores suelen decir que a ellos lo que les gusta es que la inspiración les pille trabajando y, desde luego, Portet y García habían trabajado muy duro durante varios meses para poner a punto las canciones de su segundo LP. Y en condiciones lamentables, además, pues a pesar de lo dicho antes, en el aspecto económico la situación era penosa. Manolo García: “A la hora de comer, comíamos bocadillos de longaniza, de sobrasada, de fuet, porque no teníamos dinero ni para pagarnos un menú” (RTVE, 2014). El cantante explicaría más tarde, al cabo de los años, que la compañía discográfica “nos racaneaba a saco”, en unos momentos en los que realmente necesitaban ayuda. Fueron esas duras condiciones las que hicieron fermentar una rabia que García plasmó en la letra de la canción.

En cuanto a la música, la cosa fue más o menos como sigue. Estaban en el estudio de grabación, era el último día y el disco estaba ya completo. A las dos de la tarde, los técnicos empezaron a recoger, para marcharse. Y es entonces cuando un buen amigo del dúo, el guitarrista Marc Grau, se deja caer por allí para ver qué tal va la cosa y para enseñarles una guitarra de doce cuerdas, un instrumento con el que Portet nunca había tocado antes. Portet coge la guitarra y ensaya unos acordes, al azar, sin ninguna intención en concreto más que ver cómo suena. Y ese fue el momento mágico, el momento “¡eureka!”. Inmediatamente se dieron cuenta de que allí había algo bueno, así que hicieron que los técnicos volviesen a colocar el equipo de grabación, que ya habían retirado, mientras Manolo García se encerraba en el tigre para componer la letra y Quimi Portet empezaba a trabajar en los acordes. Sin duda, cuando uno está inspirado las cosas van como la seda, porque en solo dos horas compusieron la música, escribieron la letra y grabaron la canción.

La letra la componen diez estrofas muy simples, de un pareado cada una. Se trata de versos libres, sin rima, y de métrica variable, que oscila entre el pentasílabo y el endecasílabo, y esto es curioso, porque a pesar de esta ausencia de regularidad, la cadencia y el ritmo funcionan a la perfección. Otro detalle interesante es que la palabra que da título a la canción, “insurrección”, tan solo se menciona una vez a lo largo de toda ella, al final del último verso, cerrando la parte vocal.

Como en las mejores piezas literarias – poéticas, en este caso – la ambigüedad de los versos permite que la canción pueda ser interpretada a diferentes niveles. Esto hace que cada oyente traslade el contenido a sus vivencias propias y encuentre un significado personal, como si la canción la hubiesen escrito especialmente para nosotros. En todo caso, y precisamente por esa ambigüedad, se adapta a la perfección como un himno de rebeldía ante todo tipo de injusticias, desde la lucha por unas pensiones dignas, a la igualdad de género, pasando por la protección del medio ambiente, y así ha sido utilizado en los últimos tiempos. Manolo García: “Tengo ganas de visitar la isla de El Hierro y conocer lo que han hecho. Creo que es una forma de insurrección incruenta y pacifista, yendo a la suya, a generar energía sin contaminar. Hay maneras de insurreccionarse y yo en mi letra, cuando escribí esa canción, sí que tenía latente esa sensación” (ATC Press, 2016).

Como ya hemos comentado en otras ocasiones, los creadores, los músicos y letristas, rara vez se percatan en el momento inicial de que acaban de parir algo grande, de que acaban de dar a luz una canción que se convertirá en icónica. Quimi Portet: “La canción era para nosotros una más del disco. Es cierto que nos hacía mucha ilusión, pero no nos planteábamos cuál era el tema más importante. Eso es algo que lo vas viendo luego con la reacción de la gente y con la distancia que te da el apartarte del estudio; en el estudio no las escuchas como una persona normal, sino como un perturbado”. La recientemente fenecida Rockdelux – que, por cierto, llevaba en aquel momento dos años en los quioscos – la eligió “Mejor canción del año”; a El Último de la Fila le dio el galardón de “Grupo del año en directo”; y a Enemigos de lo Ajeno el de “Mejor disco del año”. En 2010, la revista Rolling Stone situaba “Insurrección” en el puesto número 12 de las “200 Mejores canciones del pop-rock español” y al álbum lo ponía a la cabeza de la lista de “Los 50 mejores discos del rock español”. Esto último, por cierto, levantó ampollas, pero es lo que pasa con las listas, que cada uno tiene la suya propia.

Manolo García y Quimi Portet se separaron artísticamente en 1998, pero guardan buenos recuerdos de aquellos años y conservan, además, tanto la mesa de mezclas, como la guitarra (sí, la de doce cuerdas de Marc Grau) que utilizaron para grabar “Insurrección”. Por otra parte, el origen de la canción se ha convertido, a estas alturas, en una pregunta obligada, cada vez que alguien les hace una entrevista. Ellos, conscientes de que El Último de la Fila es una referencia inevitable de una época que muchos añoran con nostalgia, vuelven a contar de buena gana las circunstancias que los llevaron a componer la que, a día de hoy, es una de las mejores y más cortas canciones (2:12 minutos) que se han grabado en este país. Y es que, ya se sabe; lo bueno, si breve, dos veces bueno.

“Insurrección”. El Último de la Fila.
Compuesta: Manolo García.
Producción: Manolo García, Quimi Portet. Rafael Moll (asesor de producción).
Estudio de grabación: Audio-Lines, Barcelona.
Discográfica: PDI.
Músicos: Manolo García, voz; Quimi Portet, guitarra y bajo; Josep Lluís Pérez, guitarra eléctrica, Marc Grau, guitarra española, Ángel Celada, batería.
Fecha publicación: 1986.
Duración: 2:12.
Álbum: Enemigos de lo ajeno.

“Insurrección”
Donde estabas entonces,
cuando tanto te necesité.
Nadie es mejor que nadie,
pero tú creíste vencer.
Si lloré ante tu puerta,
de nada sirvió.
Barras de bar, vertederos de amor.
Os enseñé mi trocito peor.
Retales de mi vida,
fotos a contra luz.
Me siento hoy como un halcón
herido por las flechas de la incertidumbre.
Me corto el pelo una y otra vez.
Me quiero defender.
Dame mi alma y déjame en paz,
quiero intentar no volver a caer.
Pequeñas tretas,
para continuar en la brecha.
Me siento hoy como un halcón
llamado a las filas de la insurrección.


Fuente: MUZIKALIA

 
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