En estos últimos días y semanas han visto la luz diferentes manifiestos sobre el referéndum en Cataluña y también muchísimas declaraciones a título individual de gente del mundo de la cultura.
Siempre me ha ocurrido que, paradójicamente, aunque me parecen correctísimos los posicionamientos cuando los veo en los demás, me da muchísimo pudor cuando se trata de mí. Exceptuando alguna andanada, digamos en caliente, desde los escenarios, acciones humanitarias y mi empeño ecologista, que es un tema que afecta a todo el planeta por igual, lo cierto es que siempre he sentido sincero reparo a que alguien vea en mí una pretensión digamos aleccionadora. Y ese pudor es en mí tan intrínseco e intenso que lo he mantenido durante toda mi carrera.
Pero por grande que es ese pudor, mayor es en estos momentos mi temor a que ese pudor pueda hacer parecer que me quiero poner de perfil. Y no es así.
Siento que en democracia la política debe ser diálogo. Escuchar, no sólo oír; hablar, y no sólo con los que opinan como uno mismo. Y trabajar para encontrar soluciones. En estos días muchos políticos parecen esforzarse mucho menos en buscar soluciones que en reforzar una crispación de la que quizás obtengan un rédito político pero a un alto precio social que pagamos todos.
También me pregunto por qué no se puede escuchar la opinión del pueblo catalán. ¿por si no gusta a todo el mundo? ¿Y es eso lo correcto? ¿No querer oír cuando se intuye que quizás no guste la respuesta? No sé si es pena la palabra adecuada, indignación o una mezcla de ambas, lo que siento viendo un barco lleno de policías en el puerto de mi ciudad. No es policía lo que hace falta para entenderse. Humillar no es el camino. Igual que me apena oír a gente cargar contra Joan Manel Serrat por decir su opinión u otro tanto hacer otros con Lluis Llach. Todo mi sincero respeto y cariño a ambos, el mundo es mucho mejor con ellos. Siento que algo, o mucho, no funciona si se piensa que es correcto insultar a los que opinan de forma diferente. A veces parece que nada cambia, que estemos retrocediendo en vez de mejorar como colectivo con el paso de los años. Y eso es grave, un error a corregir.
Podría seguir escribiendo hasta la noche pero estoy seguro de que no diría nada que no se haya dicho ya y de que yo no lo diría mejor.
Diálogo, por favor. Nunca violencia ni intimidación. Seguro que se conseguirían resultados más civilizados y probablemente más satisfactorios para todos. Creo que es con política como deben resolverse las encrucijadas políticas.
Manolo García
Fuente: Página Oficial