domingo, 5 de febrero de 2012

Buena crónica del ensayo de Sant Cugat Del Vallés.

MANOLO GARCÍA , SIN MÁS COMENTARIOS


Dicen que, cuando un artista es grande, lo es siempre. Han pasado casi 30 años desde que comenzó con Los burros, y su Rebuznos de amor, y ese Disneylandia continúa sonando en sus directos con un público que, pasen los años que pasen, seguirá fiel a cantar cada una de las sus estrofas.


Manolo Garcia actuó el jueves 2 de febrero en el Teatro-Auditorio en el que quería ser una especie de ensayo general antes de comenzar su gira oficial en Almería el próximo día 10 de este mes, y tras pasar más de veinte días preparando a la ciudad. "Quería" fue una ensayo general, porque se convirtió en uno de los conciertos que pasarán a la memoria colectiva de todos aquellos que estábamos presentes. Personas no sólo de Sant Cugat, sino venidas de todo: Vic, Tortosa, Madrid ... Queda claro que, el poder de convocatoria no le quita nadie.

Y es que Manolo García lo vale. La entrega demostrada sobre el escenario, la complicidad con el público, y las 29 canciones que interpretó, de todas las épocas de su carrera, justificaban todos los kilómetros que muchos hicieron para verlo actuar en Sant Cugat.

Tres horas; 29 canciones
Después de aquel Disneylandia con 30 años de historia, los grandes éxitos de Manolo García se fueron alternando a un ritmo frenético tan sólo roto por las pausas que el artista trabajo para conversar con el público. Los asistentes pudieron viajar en 1998 a aquel Arena en los bolsillos, lo que el público entonó, a su lado, la letra de las canciones que son casi himnos. La sombra de una palmera; A San Fernando, un ratito a pie y otros caminando; Zapatero; Prefiero el trapecio; Sobre el oscuro abismo en que te MECES, y Pájaros de barro deleitaron a los asistentes.

El viaje continuó recordando el disco Nunca el tiempo se perdido, de 2001, con la canción que le daba nombre al disco; Somos levedad y Sin que sepas de mí. La siguiente parada fue en 2004 y el Para que no se duerman mis sentido. Este viaje también incluyó la canción del mismo título, además de Malva, yendo a parar al 2008 y el disco Saldremos a la lluvia. Sabrás que andar es un sencillo vaivén; A lo lejos del río; No estes triste y En el batir de los mares para recordar este penúltimo disco del artista.

Y como no podía ser de otra manera, Manolo García presentó los temas que configuran su último trabajo discográfico, Los días intactos, del pasado 2011. Un alma de papel; Todos amamos desesperadamente; compasión y silencio; Sombra de la sombra de tu sombrero; Estoy alegre; Un año y otro año; Estamos ahí; Lo quiero todo y Un giro teatral que, aparte de ser el primer single de este nuevo trabajo, es la excusa para llevarlo a distintos teatros del Estado, sonaron por primera vez en directo.


Evidentemente, no podían faltar los grandes himnos de El último de la fila, que nacieron junto a Quimi Portet los años ochenta. No faltaron Aviones plateados; Los ángeles no tienen hélices; A veces se encienden, o el gran final con Insurrección. Todo ello, configurando una mezcla perfectamente preparada para que el conjunto del concierto fuera todo un regalo  al público.


Proximidad
Aparte de recordar por qué es uno de los grandes del panorama musical español con su voz, música y letras, Manolo García sorprendió con su giro eléctrico del nuevo disco encima del escenario, sin perder en ningún momento esa referencia a la música de mestizaje, como le gusta definirse, que le ha acompañado con canciones como Pájaros de barro.

Pero más allá de la faceta artística, demostró ser una persona cercana, y entregada con su público. A ellos se dirigió para contar anécdotas, como se conocieron los miembros del grupo, y hacer algunas reflexiones que dejaron bien claro quién es Manolo Garcia y por qué hace las cosas como las hace. Recordando los días que ha pasado en Sant Cugat ensayando la gira, señaló que "ha sido un trabajo duro, no más que otros trabajos, pero es un lujo ver que el trabajo tiene su fruto y que vosotros lo apreciáis". No era para menos. Las butacas, poco rato estuvieron ocupadas. Los asistentes querían cantar, bailar y saludar al artista.

Su silla, acabó llena de flores, algún sombrero, y el pañuelo malva que una niña le entregó mientras cantaba la canción que lleva ese color por título. Recibió besos, abrazos, y saludos cargadas de afecto los dos golpes que bajó al público, llegando incluso en el anfiteatro, para saludar personalmente a "todos aquellos que, a estas horas ha querido estar aquí, pudiendo estar cualquier otros lugar ", destacó García.

Tampoco faltaron las nuevas ideas. "Yo tengo una idea, y es la de hacer un concierto con 214 canciones seguidas; un concierto que no acabe nunca, de 17 horas, entre bocadillos de mortadela para coger fuerzas; alguna día, lo haré", le dijo al público. Y también los lanzó un mensaje alentador. "Con todo lo que está pasando, tenemos que conseguir que no nos pongan el miedo en el cuerpo: alegría, nunca miedo".

Lo que vale la pena de verdad
Después de tanto años en el escenario, ver Manolo Garcia en un lugar más bien pequeño comparado con algunos de los escenarios que han acogido su presencia, puede parecer un poco arriesgado. Pero la sensación, desde que sonó la primera nota de piano, hasta que las guitarras pusieron punto y final al concierto, era la de estar en un Sant Jordi, sin envidiar su absolutamente nada. Una acústica perfecta, un público totalmente entregado (si el concierto hubiera durado 6 horas, nadie hubiera dejado antes la sala), y un Manolo García inmenso que lo único que se dejó tras el escenario fue el paso del tiempo.

Quién es grande, lo es siempre. Y no sólo por la música.

 
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